viernes, 6 de julio de 2012

Las manos


Y nacemos con las manos tan vacías, que incluso cuando los objetos llegan a nosotros, cuando los cuerpos se nos acercan, vacilamos entre la caricia, y la avaricia, y no sabemos, aún no hemos aprendido, que se ha de hacer con ellas.
Y es que nos acercamos con las manos; necesitamos del contacto tanto como por él sentimos repulsión. La curiosidad se calma con las manos, y también la cólera. El amor se expresa con las manos, y también el odio. Y porque sólo son las manos, con ellas construimos como derribamos, con ellas nos secamos las lágrimas, y nos tapamos la boca en una estruendosa carcajada. Y con ellas provocamos placeres, las arrimamos a los otros para simplemente demostrar que se es, y que se existe, y que el otro, comparte tu existencia, tu tiempo y tu espacio. Pero con las manos, se han ahorcado y desgajado, se han desdoblado almas, y se han dirigido tropas de imbéciles, que cargaban en sus manos, las desgracias de los otros. Con las manos hemos torturado las conciencias, si, con las manos. Las hemos manchado y ensuciado con el sufrimiento de un otro; rotos y resquebrajados rostros, con las manos.
Así como las manos hoy son, para mí, en ti, mañana dejarán de ser. Las manos son ese rejunte de huesos y tendones, ese amasijo de carne con madera de Silvio, y sin embargo son las manos, en su significación, lo que va por delante nuestro. Lo que está allí, aún antes que tú y tu conciencia; y tus inconciencias.
Con esas manos envías, diriges, mandas, señalas, tomas distancias, infectas, niegas, reclamas, entorpeces, atormentas, y reprimes.
Con esas mismas manos, saludas, reverencias, acaricias, adormeces, encuentras, edificas, impulsas, sueltas, abres, afirmas, siembras y cosechas, y expresas.

Con las mismas manos, con la izquierda y la derecha, se hace y se deshace en eternas distancias, contrapuestas, transmutando de una a otra, de una acción a otra, con una y otra mano, vamos marcando los pasos, haciendo malabares entre las caricias y las injusticias, entre las posesiones y los acercamientos. Entre los sujetos y los objetos. Entre las manos, sólo nuestra historia va pasando, de mano en mano. Manos arrugadas, ásperas, viejas, ampolladas, calladas, sucias, resquebrajadas; así son muchas manos.
Pero hay manos blancas, suaves, lisas, luminosas, limpias y encremadas, esas no son manos amadas.
Hay manos presas, atadas, guardadas, cortadas. Y hay manos sueltas, abiertas, libres y esperanzadas.
Son las manos viejas y resquebrajadas, esas son las manos imprescindibles de Bertolt Brecht.
Todo simplemente va pasando por las manos.
Y desposeídos, sólo con las manos, así nacemos.